martes, 3 de noviembre de 2009

EL MORROGALLO

Caminaba solitario extraña: veloz, de muchos colores y de alegría en su andar. La vistosidad del animal cubría la naturaleza con sus colores pero caminaba en forma de morrocoy. Algo parecido a un morrocoy por el porte al caminar, altanero como la de un gallo de pelea, y vistoso por los colores de su vestimenta. Pronto, el joven cacique, asombrado y sorprendido, por un largo tiempo, se quedo extasiado admirando la belleza de sus colores y del vuelo soberbio del raro animal, parecido a un pájaro intrépido; hasta que una pequeña brizna sobre el viento le hizo recuperar el sentido de la realidad y salir corriendo al caserío de su reinado a contarle a su mujer, la princesa Orocope, lo que le había sucedido. Pronto los pobladores del caserío se aglutinaron alrededor de él para escuchar la impresionante historia que describía el recio aborigen de lo que el llamo morrocoy volador. Años más tarde, en el año 1515 un fraile franciscano ubicado en Píritu, investigador de la cultura caribe, lo bautizo con el nombre de morrogallo, nombre con el cual se conoce en la posteridad.


La leyenda asegura que a partir de ese momento no sólo Chanchamire y Orocope vieron muchas veces al morrogallo, sino también, los demás pobladores de las riberas del unare y sus aledaños. Pero, lo más prodigioso de todo que donde se posaba el ave fabulosa con un cuerpo de morrocoy y canto de gallo, nacía un árbol frondoso que, en un instante comenzaba a producir frutos de diversos tipos y sabores. La gente de la tribu comprendió así con facilidad, que el morrogallo era un regalo de sus dioses protectores. Los indígenas vivían en paz, hasta que el guerrero Orocopon, egoísta y codicioso, pretendió acaparar los frutos de los árboles del morrogallo e impedir que los indios píritus gozar de sus dotes. Este hecho tuvo largas disputas, enemistades y conflictos entre los mediadores de otras tribus indígenas. Como algo sorprendente, cuando el animalito mágico se dio cuenta que él era el motivo de la disputa, comenzaron a secarse los árboles de aquellas tribus que se negaban a compartir sus beneficios. La calamidad fue tan grande que el cacique Chanchamire y su esposa la princesa Orocope convocaron a sabios, curanderos y ancianos de la tribu y a un grupo de jóvenes para buscar una manera de encontrar a los dioses y evitar que se marchitaran los árboles de morrogallo, pero todo fue en vano el animalito mágico no apareció más, fue cuando volvió a reinar la paz entre las tribus y los aborígenes entendieron el mensaje del animalito mágico, hasta que del horizonte marino aparecieron unas enormes curiaras, con unos hombres pálidos y barbudos.Dice la leyenda que en las noches de luna llena canta el morrogallo con su melodía colorida para favorecer a los que son amables, solidario, tolerante y llenarlos de amor con su hermoso color.

 
Existe en nuestra tradición entonces, el morrogallo como un símbolo protector, hecho con pepa de zamuro, parapara, peonías, pericoco y cacho de toro negro.




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